sábado, 7 de noviembre de 2009

Laporta y el Barça....!!!!!

La caverna mediática españolista nos tiene ganas». De esta manera se despachaba Joan Laporta i Estruch (Barcelona, 1962) para dar cuenta del episodio de espionaje a cuatro vicepresidentes del FC Barcelona, que aspiran a suceder a Laporta al frente del club, en junio de 2010. El asunto revela que se han abierto las escaramuzas para presidir una de las instituciones con mayor repercusión social en Cataluña (y fuera de ella). Pero, más allá de las repercusiones del caso, el hecho de que estallara días después de que el mandatario azulgrana protagonizara una manifestación independentista el pasado 11 de septiembre, levantó las suspicacias entre sus defensores, ante un posible daño a la imagen de Laporta para frenar su posible futuro político. Y es que los comicios azulgrana serán el aperitivo de las elecciones autonómicas catalanas, previstas para noviembre de 2010. Su resultado puede tener trascendencia para el conjunto de España: las encuestas actuales indican la posibilidad de que el tripartito actual no sume? y el contexto de crisis en el que se celebrarán, junto a la aparición de nuevos actores políticos, podrían repercutir en la estabilidad parlamentaria de Zapatero. Asunto nacionalista. En cualquier caso, ¿qué actores juegan con más posibilidades para hacerse con la presidencia azulgrana? ¿Quiénes están detrás de ellos? Y la pregunta del millón: si Laporta entra en la esfera política, ¿qué repercusiones podría tener? ¿Se convertirá en el «Braveheart» catalán, como desearía? En contra de lo que parece, ningún aspirante con posibilidades a la presidencia del Barça tiene apoyos en el tripartito, sino que todos tienen vinculaciones más o menos nacionalistas. Como se sabe, la junta directiva de Laporta pretende aprovechar su proyección mediática y la buena marcha del equipo de Pep Guardiola para lanzar un candidato continuista con el proyecto actual. El problema es que se muestran divididos sobre el sustituto idóneo del presidente. Un sector mayoritario (que no cuenta con el respaldo de Laporta) apoya a uno de los vicepresidentes espiados, Jaume Ferrer. A Ferrer se le considera cercano a Convergència Democràtica de Catalunya (CDC)? pero no a su línea oficial, marcada por Artur Mas y su hombre de confianza, David Madí, sino a los Pujol-Ferrusola (los hijos del ex presidente), cuyos intereses no son plenamente coincidentes con los de Mas. Por otra parte, Laporta y otros directivos apoyan al polémico catedrático por la Universidad de Columbia Xavier Sala-i-Martín. Liberal y nacionalista, contaría con el apoyo de Mas y Madí (pero no de gran parte de los cuadros nacionalistas). Además, el problema para el economista de las americanas impactantes es que su estilo, percibido como agresivo y displicente, genera recelos en buena parte de la masa social barcelonista. Ante esta situación, Laporta podría proponer un hombre de consenso (e íntimo amigo suyo) y que, hasta ahora, se había apartado de la lucha: el vicepresidente primero y responsable del área social del F. C. Barcelona, Alfons Godall. El enemigo a batir. En todo caso, el candidato escogido por la directiva tampoco lo tendrá fácil. Enfrente tendrá al gran rival de Laporta y ex vicepresidente durante los primeros años del laportismo: el empresario de marketing Sandro Rosell. Distanciado de Laporta desde 2005 al no soportar el personalismo de la gestión del presidente y la supuesta influencia de personas ajenas a la directiva (como Johan Cruyff), también es hijo de un destacado fundador de CDC, Jaume Rosell. Aunque no es visto con malos ojos por la dirección nacionalista (de hecho, Mas se alineó con él durante la moción de censura contra Laporta), tampoco tiene su apoyo explícito. Probablemente, porque su gestión al frente del club sería más deportiva y menos política que la de Laporta. Por último, queda la posibilidad de que se presente el anterior vicepresidente económico y actual responsable de Spanair, Ferran Soriano. Pero los crecientes problemas de la compañía aérea que preside (recientemente se ha sabido que Spanair aún necesita 35 millones de euros para cubrir su ampliación de capital, antes del 31 de diciembre) le han situado en un segundo plano en esta pugna. Éxito con sombras. En cualquier caso, cuando Laporta abandone el club (y a expensas de lo que suceda esta temporada), saldrá con un balance exitoso en lo deportivo (dos Champions en seis años; con José Luis Núñez se logró una en 22) y en lo social (aisló al grupo radical Boixos Nois, pese a las amenazas de muerte recibidas contra su familia). Todo ello, sin olvidar la universalización del club (como prueba su compromiso con UNICEF). Pero también son indudables las sombras derivadas de su estilo de gestión. Sus detractores le reprochan su doble moral de defensor de la nación catalana mientras se apoyaba en un hombre de confianza como su ex cuñado, Alejandro Echevarría? miembro de la Fundación Francisco Franco. O los episodios donde ha aparecido el Laporta catalogado de visceral y populista (a raíz de su bajada de pantalones ante un control de seguridad de la Guardia Civil en el aeropuerto o el «¡Al loro, que no estamos tan mal!», en su discurso ante las peñas barcelonistas, tras verse acorralado por el mal final de la era Rijkaard). Sin olvidar el incidente de los espías o la reciente demanda, por despido improcedente, presentada por una antigua empleada del club y presunta ex amante. En todo caso, el futuro de la presidencia del Barça está abierto. No será lo mismo si Messi e Ibrahimovic la siguen enchufando que si el año termina en blanco. Porque es cierto que la pelota no entra por azar, como indicaba el título de un libro escrito por el ex vicepresidente Soriano. Pero seguro que la suerte (y las sorpresas que aparecerán) tendrán mucho que decir en el futuro (¿político?) de Laporta y compañía. Alarma parlamentaria. «Tuve que hacerme el muerto para sobrevivir», «No tengo ambiciones, pero sí inquietudes». Afirmaciones de este calibre y su presencia, acaparando el protagonismo mediático, durante la última manifestación independentista del 11 de septiembre (fecha en la que se conmemora la derrota de Cataluña ante las tropas borbónicas de Felipe V, en 1714) han disparado las alarmas en los principales partidos del arco parlamentario catalán. Inicialmente, tanto Esquerra Republicana como Reagrupament.cat (escisión de ERC encabezada por el ex consejero de Gobernación Joan Carretero, que pretende presentarse a las autonómicas de 2010) lanzaron el anzuelo a Laporta, al afirmar que se mostrarían encantados de contar con él en sus filas o, incluso, de que le cederían el liderazgo electoral (caso de Carretero), si Laporta optara por dar el salto a la política. Hasta ahora, el afectado ha respondido con ambigüedades y tan sólo ha manifestado que, precisamente, se siente próximo a la plataforma de Carretero (cuyo único objetivo es conseguir la mayoría absoluta en el Parlament catalán para, desde allí, proclamar la independencia; acto seguido, su plataforma se disolvería). Pero ha puesto de los nervios a (casi) todos los demás, puesto que su irrupción podría alterar el mapa político catalán. Sin ir más lejos, según una prospectiva encargada por la patronal catalana, una candidatura de Reagrupament encabezada por Laporta obtendría tres diputados sobre 135; otros sondeos, sitúan en un mínimo de siete los escaños a obtener por los independentistas. Prueba de la inquietud con la que se han acogido las intenciones de Laporta han sido los mensajes que (directa o indirectamente) le han enviado formaciones que manejan el cotarro catalán. Así, el periodista Jordi García Soler (cercano al PSC) asimilaba la ideología de Carretero-Laporta con Umberto Bossi, «partidario de un neoliberalismo extremo y posiciones xenófobas» respecto a España. Otros como el periodista Enric Marín (próximo a ERC, tras ocupar un cargo a propuesta de esta formación en el primer tripartito) o el líder de CiU en el Congreso, Josep Antoni Duran i Lleida, lamentaban que Laporta aprovechase su posición como presidente del Barcelona para proyectarse políticamente. Catalunya oberta y el futuro de CDC. Y es que esta última formación (en concreto, Convergència Democràtica) también podría ser el destino del controvertido presidente azulgrana. Vinculaciones no le faltan. Durante la última etapa de su mandato, Laporta se ha rodeado de personas procedentes de la Fundació Catalunya Oberta, un «think tank» liberal y nacionalista, impulsado por el que fuera secretario general de la presidencia de la Generalitat con Pujol, Lluís Prenafeta. De su patronato forman parte Sala-i-Martín; el actual director general del club, Joan Oliver (director de TV-3 en los últimos años de Pujol al frente de la Generalitat y organizador el «escándalo de los espías») o Vicent Sanchis, ex director del diario nacionalista «Avui» y actual responsable de Barça TV. Pese a las reticencias o incomodidades mostradas por cuadros de CiU ante la posible irrupción de Laporta, ofertas no le habrían faltado. Según «El Confidencial Digital», el dirigente azulgrana habría sido sondeado antes del verano como posible sustituto de Xavier Trias (líder de la oposición municipal en Barcelona) al frente de la candidatura de CiU para las municipales de 2011. Verdad o no, lo cierto es que en CDC se vive un clima de última oportunidad (lo que también juega en interés de Laporta). En ambientes políticos catalanes se da por supuesto que el líder de CiU, Artur Mas, tendrá su última ocasión para acceder a la presidencia de la Generalitat el próximo año (sería su tercer intento). En caso de reeditarse el tripartito, podría abrirse una crisis de liderazgo en la coalición nacionalista. En ese sentido, el periodista Alfons Quintà publicó recientemente sendos artículos en «Diari de Girona» (periódico del mismo grupo editorial de LA NUEVA ESPAÑA) donde informaba, de fuentes de la propia CDC, sobre el enfrentamiento soterrado entre la línea oficial del partido y un denominado «sector de los negocios». Este último grupo estaría inspirado por el hijo mayor del ex presidente de la Generalitat Jordi Pujol Ferrusola (que apoya a Jaume Ferrer como sucesor de Laporta). Y su presunto objetivo sería evitar que Mas accediera a la Generalitat y colocar al frente de CDC a alguien más cercano a sus intereses (como podría ser el actual portavoz convergente en el Parlament catalán e hijo del ex presidente, Oriol Pujol). De lo contrario, el citado sector es consciente de que, con Mas en la Generalitat, tendría escasa influencia en sus decisiones. Escenario complicado. Por todo ello, Laporta podría pescar en el río revuelto en que amenaza convertirse la política catalana durante los próximos meses. No debe olvidarse que, junto a la posible aparición de nuevas formaciones, capaces de fragmentar más el Parlament (caso de los citados independentistas de Reagrupament; o de la Plataforma Per Catalunya, formación con discurso anti-inmigración, que ya ha logrado representación a nivel municipal; o de la UPyD de Rosa Díez, que podría absorber el voto de Ciutadans) se sumará un probable agravamiento de la crisis económica en curso (con cifras de paro que podrían superar el 20% en Cataluña). Este panorama, unido a la desafección de los catalanes hacia su clase política tras el fatigoso proceso del Estatut (pendiente de sentencia del Tribunal Constitucional), crearía el caldo de cultivo para la aparición de un líder mediático, polémico, triunfador en lo deportivo y con barniz patriótico, capaz de agrupar a buena parte del descontento existente en el catalanismo. ¿Será Laporta el Berlusconi cuatribarrado?