miércoles, 8 de febrero de 2017

"LA CARAMBOLA MACRON" ( Luís Sánchez-Merlo, "La Vanguardia".)



(RAE. Carambola: En el juego del revesino, jugada en que a un tiempo se sacan el as y el caballo de copas).


Hace algún tiempo, allá por 2015, me atreví a susurrar que Emmanuel Macron (EM) tenía muchas papeletas para ser un día presidente de Francia. Entonces no podía yo imaginar que los franceses darían -en palabras de un amigo suyo- "las llaves del camión",a quien no ha cumplido aún los cuarenta años.
Aunque los pronósticos de este tipo son siempre temerarios, si se confirman los sondeos más recientes, Macron ganaría en la segunda vuelta las presidenciales francesas, con el 63% de los votos frente a Marine Le Pen, que obtendría el 37%.
La chiripa quizá sea la clave de este posible resultado, pero hay algunos hechos que pueden contribuir a explicarlo. Para empezar, el escalofrío de terror e inseguridad que se adueñó de una potencia nuclear occidental, viéndose, primero, ametrallada en su forma de vivir, y, poco después, humillada en su fiesta mayor, le 14 juillet.
Estos zarpazos consiguieron dar la puntilla a Hollande, quien, a pesar de la serena dignidad con que gestionó el miedo y la desafección de los franceses, los malos números de la economía, las divisiones internas y sus propios tropiezos personales -la ramplona gestión de sus cuitas amorosas- se ha visto conducido al 'matadero' de la renuncia. 
En su caída empujó a Manuel Valls, un social demócrata juicioso, que tal vez no merecía una derrota tan cruel en su confrontación con Hamon, candidato de la "renta universal", un izquierdista radical, mezcla de Corbyn, Sánchez y Montebourg.
En las filas de la derecha bonapartista, Sarkozy quedó inhabilitado para los restos, por sus propios excesos y por el hartazgo de los suyos. Y en la orleanista, Fillon ha sido incapaz de tapar el nepotismo con el que –a cuenta de los impuestos de los franceses- puso a sueldo a toda su familia. Por su parte, Juppé no logró superar el hándicap de su edad.
Lo cierto es que las primarias hicieron estragos en las filas limítrofes a Macron y los rivales se fueron desvaneciendo, creando un escenario de confusión y dejando el campo expedito a la extrema derecha de la señora Le Pen y a este joven anti sistema que -si no comete errores de bulto- está en las mejores condiciones para recolectar – en aras de que no gane el Frente Nacional- el apoyo del resto del arco político.
Hay que señalar, sin embargo, que en esta ocasión no parece estar tan claro el seguimiento a la apelación que se hará al frente republicano en la segunda vuelta, pues crece la idea de que la abstención no es una opción irresponsable, ya que el remedio Macron no convence a quienes están contra la continuidad en el gobierno de "la misma oligarquía que lleva dirigiendo Francia desde hace treinta años".
En el ballotage, se van a enfrentar dos modelos antagónicos de hacer política: la prudencia racional contra la rabia y los principios frente a la incertidumbre contra las soluciones mágicas. Leibniz contra la agitación.
Desde hoy hasta la batalla final, las baterías mediáticas estarán dirigidas a escudriñar lo que piensa, lo que dice y lo que hace Macron, que se ha quedado con todo el papel sin bajarse del autobús. Y como quiere esquivar el efecto boomerang de las medidas liberales que propone (obligación de aceptar una oferta de empleo tras una formación o reducción de los gastos de funcionamiento del Estado) zigzaguea con un catálogo de propuestas en que prima su persona, su juventud, un discurso positivo y el cansancio de los electores, hartos de los partidos.
La cuesta que le aguarda para llegar al Eliseo es empinada, y él lo sabe, pues este joven zorro lleva tiempo rodeado de viejos lobos y es bien sabedor que la política sin filosofía no es más que cinismo y nihilismo.
La sociedad francesa tratará de averiguar quién es el hombre que se esconde detrás de la heterodoxia y pretende unificar, bajo el paraguas de la social democracia, a “la ecología realista, los radicales, el gaullismo social, la derecha orleanista y el centro derecha europeo”.
En un mercado político en crisis, como el francés, este enarca ha montado su movimiento político, EM, como un partido empresa -la Macron Company como la denomina con sorna Mediapart- donde él es el patrón y el producto, y en el que utiliza sin remilgo las técnicas de Internet y de marketing.
Experiencia en estos terrenos no le falta, pues antes de entrar en la fontanería del Eliseo se ocupó, como gerente asociado, en Rothschild, de la venta de las leches infantiles de Pfizer a Nestlé (nueve mil millones de euros) lo que le habría reportado un buen pellizco en forma de bonus y le permite decir «paso por ser un banquero odioso”.
La mayor preocupación del ex inspector de hacienda, que está montando contra reloj la primera empresa política de Francia, es evitar que le consideren el candidato de los empresarios, aunque para el logro de este intento haya cometido el error de montar su cuartel general en unas oficinas cedidas por el patrón de AXA.
Intenta, sobre todo, ser identificado como el iconoclasta capaz de abandonar a su mentor y crear su propio partido, el apasionado de la literatura, el discípulo de Paul Ricoeur -uno de los más prominentes pensadores de Francia- o el joven que se enamora en el liceo de Amiens, de su antigua profesora, de familia chocolatera y veinte años mayor que él.
Para reparar las oxidadas cuadernas del Hexágono, cuenta con la bendición de los eternos del sistema (Attali, Minc...) y dispone de una primera hornada de ciento setenta mil fieles, repartidos en 3,600 comités, que se han ido adhiriendo al movimiento, pertrechados con camisa blanca
Tomar el poder no parece que vaya a ser una tarea imposible para este impaciente, que detesta los conflictos y habla sin miedo escénico en el país de la corrección formal. La cultura de empresa exige un "diagnóstico", y este dictamen puede facilitar un "contrato con la nación" para imponer un 'plan de transformación', que es la fórmula suave utilizada para camuflar las reestructuraciones en la vida y muerte de las empresas.
Como si se tratara de una start up, tras estudiar la demanda política, ofrece el producto terminado. Y no oculta sus intenciones, "soy alguien a quien le gusta que las cosas funcionen", mientras calca su campaña de "conducta del cambio" que enseñan los manuales de gestión de las elegantes escuelas francesas de comercio, y se comunica con sus próximos a través de Telegram, como los barandas de Podemos.
Pero conseguir la aceptación del método Macron no va a ser un camino de rosas. La respuesta de los francotiradores no se ha hecho esperar: "petimetre, cabeza de góndola, parásito, egocéntrico, amigo de Uber...". El reto será convencer al votante socialista, que lo ve como un disidente, y al tiempo seducir al votante liberal, receloso de quien, hasta hace poco, era el responsable de la política económica de Hollande.
Y al otro lado de la descalificación preventiva y hostil, le acechan la precariedad laboral, la cobertura sanitaria, la desigualdad que crece cada día y tantas otras cuestiones, para las que el populismo emergente cuenta con una prodigiosa oferta envuelta en celofán con desparpajo.
En el imaginario macroniano, la “libertad de conciencia” y un aserto innegociable: “la libertad, primero la seguridad”. Junto a ello, no hay izquierda, no hay derecha, el nuevo espacio político es transversal; el mundo es global y no aceptarlo supondrá abrir un camino a la regresión.
Son muchos los que se preguntan en Francia si este no deja de ser un fenómeno mediático o de las grandes ciudades. De momento, en Lyon, capital francesa del radicalismo, se ha mostrado contenido –lo que puede facilitarle el camino al Elíseo- contemporizando antes de lanzarse a la batalla definitiva.
Luis Sánchez-Merlo. 

miércoles, 15 de junio de 2016

"ELEGÍA DE LA RESISTENCIA" ( Por Luis Sánchez-Merlo )


Elegía a la resistencia
 


Cuando la directora operativa (COO) de Facebook subió a la tribuna de la universidad de Berkeley para pronunciar su discurso de fin de curso, los 25,000 asistentes -graduados, familias y amigos- no podían imaginar que Sharyl Sandberg, una de las mujeres más sobresalientes de la nomenclatura empresarial americana, dedicaría su intervención a hablarles de la muerte de su marido.

Como si se tratara de una “danza ritual entre juventud y saber”, el cierre del curso en las universidades americanas es ocasión propicia para que figuras prominentes de la economía, la política, el cine o el deporte, discurseen en los campus sobre temas de actualidad. 

Las estrellas de este año -Michelle Obama, Steven Spielberg, Paul Ryan o Samantha Power- hanabordado en sus discursos las preocupaciones de los tiempos en que vivimos y, muy visiblemente, la resistencia, el fracaso, la superación de la adversidad yla asunción de riesgostodo ello, con el telón de fondo de la incertidumbre, que va desde la agria e impredecible elección presidencial americana a la niebla del paro y el terrorismo, pasando por el "invierno demográfico" que zarandea el futuro de las pensiones.

Pero la ejecutiva de Facebook recordó la súbita muerte -tras una arritmia cardiaca- de su marido, un empresario dedicado a los sondeos onlineen el transcurso de un viaje a México, con ocasión del cincuenta aniversario de unos amigos. Y lo hizo sin que la inconsolable tristeza y la brutalidad de la pérdida le impidieran traslucir una humildad inesperada.

No desaprovechó la tribuna para hablar de la marca indeleble que deja la tragedia y de lo que se debe hacer para superar la adversidad. Para Sandberg, los días duros que nos restan en la vida son los que determinan quiénes somos, porque lo que nos define no es lo que hemos conseguido sino cómo hemos sobrevivido, superando las desgracias.

Este insólito y emocionado desnudo lo justificó por la ocasión que se le presentaba de compartir, con quienes estaban viviendo momentos de alegría, lecciones sobre la esperanza, la fortaleza y la luz interior que no se extingue, que ella aprendió con la muerte de su partner.

La viuda, que ha conocido el éxito y el fracaso, supo transmitir cómo, en medio de la desesperación, fue capaz de volverse a agarrar a la vida. "Espero que viváis la vuestra -cada precioso día de ella- con alegría y sentido, que caminéis sin dolor y apreciéis cada paso y que cuando lleguen los problemas recordéis cuán profunda es, dentro de vosotros, la capacidad de aprender y crecer". Para rematar su testimonio: “No habéis nacido con una cantidad fija de resistencia. Es un músculo. Podéis desarrollarlo y usarlo cuando lo necesitéis y, en ese proceso, profundizando en quiénessois realmente, llegaréis a ser la mejor versión de vosotros mismos".

Esta judía ejerciente, convirtió su discurso de graduación en la Universidad de Berkeley -que tantos premios Nobel, astronautas, congresistas y medallistas de oro en las Olimpiadas ha dado- en un acto de vibrante sinceridad, tendiendo al sol del campus la resistencia y el fracaso como objetos de atención social creciente, casi de exaltación, por lo que tienen de sublimación del sufrimiento que permite superar la adversidad y seguir pedaleando.

tras recordar a Martin Seligman, psicólogo americano, que lleva décadas estudiando cómo se las arregla la gente para hacer frente a los contratiempos, concluía tres reacciones emocionales que debemos evitarno todo lo que nos pasa es por culpa nuestra, por lo que hay que ver la parte que afecta a los otros(personalización); un suceso no afectará a todas las áreas de la vida de uno -todo es horrible-(omnipresencia); el dolor no durará siempre, lo que equivale a aceptar nuestros sentimientos reconociendo que el tiempo es un buen aliado (permanencia).

La primera mujer en el consejo de Facebook coronó su discurso recordando a su amigo, el psicólogo Adam Grant, quien le sugirió que las cosas podían haber sido mucho peor.

¿Peor? Me estás tomando el pelo.
Sí, tu marido podía haber sufrido la misma arritmia cardiaca mientras iba a llevar a tus hijos al colegio.

trasladó su huella de emoción al auditorioLa abrumadora gratitud porque el resto de la familia estuviera viva y sana me ayudó a superar el dolor, porque el agradecimiento y el aprecio son claves para resistir. La gente que se detiene para tomanota de las cosas por las que está agradecida es más feliz y goza de mejor salud. Dar las gracias contribuye a aumentar la felicidad”  

Y siempre aparece la paradoja. En la celebración del éxito que supone la graduación, esta mujer, con su sufrimiento y capacidad de superación, supo conmover a los que la escuchaban e impartirles la clase más importante de toda su carrera.

Cuando el terrorismo no ceja y se extiende la sensación de que en cualquier momento podemos perder a la persona más querida por un acto insospechado, el tiempo es de contención y resistencia. Como la de Sheryl Sandberg en el campus de Berkeley relatando a los jóvenes graduados emociones y remedios para superar la adversidad, combatir el fracaso y gestionar los contratiempos. 

La Marina americana ha querido premiarla,eligiéndola madrina de uno de sus más recientes submarinos, el USS Massachusetts.

Luis Sánchez-Merlo

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lunes, 18 de abril de 2016

"EL VALOR DE LA TEMERIDAD." ( Por Luis Sánchez-Merlo )

El valor de la temeridad


Los últimos cien días de nuestra asombrosaactualidad invitan a darse un garbeo por latitudes próximas y sacudirse, de paso, el ensimismamiento al que conducen las idas y venidas de un puñado de actores ubicuos pero no cercanos porque la sociedad respira mejor cuando cada uno triunfa en función de sus méritos y cuando el Estado está presente en los momentos duros de la vida”. 

Quien razona así es Emmanuel Macron (EM), ministro de economía francés, un joven zorro, que habla, sin esfuerzo, de Aristóteles, Descartes, Pascal o Kant, y considera que la política sin filosofía no es más que cinismo y nihilismo. Hijo de un neurólogo, casado con la que fue su profesora de gramática -veinte años mayor que él- acaba de anunciar la puesta en marcha de un movimiento político: “ En Marche ! ” (ojo al acrónimo).

Hace apenas un año se declaraba dispuesto a influir en la transformación ideológica de la izquierda y, con léxico nutritivo y sin pelos en la lengua, se despachaba sobre las pequeñas miserias de los partidos: “tener un carnet, pagar la cotización, adherirse a los jefes, mostrarse de acuerdo con el corpus ideológico plagado de malentendidos en un momento en que las ideas han sido abundantemente abandonadas por los partidos”. Ahora, con la cólera social también en marcha, lo pespuntea, "formo parte de un gobierno de izquierdas... pero quiero trabajar, también, con gente que se siente hoy de derechas". 

Es la proclama de un impaciente, empachado de los que se "agarran como los percebes a las rocas", que detesta los conflictos y habla de Merkel sin miedo escénico: ”Quiere bailar el tango contigo y piensa que es ella quien debe meter la pierna derecha. Nosotros pensamos lo mismo”.

La irrupción de EM tiene que ver con el mal francés, el de un país esclerotizado por los bloqueos y que lleva su protesta a la calle ante la inminente e inevitable reforma laboral. Esto ya lo conocemos.Su empeño, ‘despertar la actividad’, sintetiza las reformas para las que ha encontrado una formidable resistencia a la hora de confrontar las realidades políticas, sociales y jurídicas. Y este es un soplo casi apolítico en el paisaje de la vieja Francia:sindicalistas, patronos, electores, ideas.

Ha convertido ese principio, casi desnudo, en una ley; se ha salido con la suya y sus críticos le repudian como un epifenómeno de la política francesa, un oportunista ambicioso, con un magro balance de su paso por Bercy: apenas una ley que liberaliza el transporte por autocar y reduce levemente los gastos notariales.

Artífice del “pacto de responsabilidad”, les ha hecho a las compañías francesas una rebaja de 41.000 millones de euros en impuestos y cotizaciones sociales. Si a esto añadimos que quiere revisar la ley que reduce la jornada laboral a 35 horas semanales, se puede uno hacer una idea de lo sulfuradas que pueden estar las rancias estructuras del Hexágono.

Su proclama liberal en defensa del libre mercado y el restablecimiento de las finanzas públicas, suministra munición a la oposición: ‘Para una vez que un hombre de izquierdas dice que un gato es un gato no le vamos a llevar la contraria’. Y como el establishment no está acostumbrado a las exquisiteces de un joven reformador -38 años- que desde hace seis no apoquina al partido, ya hay quien le ridiculiza como ‘representante de ese intelectualismo arrogante e ineficaz que hace reír al mundo entero’. 

Pero se trata de un pragmático que aprovecha el parón del “petit énervé (Sarkozy) para asaltar el debate: crear valor y hacer reformas sociales (paro, nivel de vida, formación e igualdad de oportunidades). El discurso de la austeridad convierte a sus apóstoles en odiosos y para afligidos, este es un hombre de la derecha pura y dura, porque llamar a su partido "en marcha" cuando se es ministro de una economía que cojea parece propio de alguien sin complejos ni escrúpulos. Efectivamente, dirige una economía en la que solo progresa el paro, con salarios congelados, empresas sin pedidos, municipios con dieta de gastos y obligados a reducir sus inversiones en la que el equilibrio presupuestario sigue siendoun mito. 

Pero no esconde su programa: asumir la mundializaciócon el pretexto de la "deuda", atomizar los componentes intermediarios de la sociedad (sindicatos, asociaciones, colegios profesionales...) que al invertir, a menudo, la relación de fuerzas, impiden reformar aumentar los derechos individuales (paro, salud, formación) cuya complicada gestión quedaría, no obstante, en manos de técnicos. Resultado: #nuitdebout. También nos suena.

La izquierda de la izquierda ha confiscado el discurso en el debate público, de manera que se habla de derechos y necesidades y apenas de deberes y creación de riqueza. Los franceses pueden terminar apostando por la temeridad de EM antes que soportar ad aeternum el trote de viejos caballos agotados. Y esto nos devuelve amito gaullista“superar las diferencias políticas, en beneficio del interés superior de la nación”.

Consiéntanme un consejo, sigan a este hombre. 

Luis Sánchez-Merlo
( La Vanguardia/ 13/4/2016 )